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Intentando emular a Montaigne

Tienes cincuenta y tres años, pero por poco tiempo, ya que este mes cumples años. Habitualmente escribes, pero es por motivos profesionales, aunque no quita que intentes que el deber no este reñido con el placer. Y ahora, en el día de hoy, has decidido que , intentando emular a Montaigne, vas a escribir por mero gusto y sin más finalidad que plasmar tus ideas, pensamientos para mi mismo les llamas, en papel (o más exactamente, al menos de momento, en archivos informáticos).

Bien es cierto que el magistrado francés, en el s. XVI, se encerró en su castillo y se dedicó durante veinte años (interrumpidos por su muerte) a escribir sus Ensayos (“pruebas”, en definitiva). Tú no puedes darte ese lujo, así que escribirás cuando puedas, quieras y te apetezca. Sin auto-obligaciones de ningún género. Incluso barruntas ( eres optimista por naturaleza) la idea de, si fuese posible, compatibilizar el escribir las “pruebas” con algo más concreto y definido. Ya veras. Pero bueno, al fin y al cabo, comienzas con esto ahora, ya que más vale tarde que nunca.

Tienes que reconocer que por tu profesión debes manejar más los números que las letras. No obstante la escritura siempre ha tenido para ti un atractivo especial. 

Ya en los tiempos mozos ganaste algún concurso de redacción y escribías la “Crítica” (crítica pretendidamente constructiva sobre todo lo que se movía) en el periódico escolar. No obstante existen “profesionales” en el mundo financiero que creen que aquello que no pueda explicarse con cifras y cuyo informe no tenga un “peso” considerable no sirve para nada.  ¡Pobres ignorantes¡ Sí hasta el mismísimo Keynes fue capaz de narrar su obra magna, la Teoría General, con un estilo literario. 

En los tiempos actuales, amén de realizar informes numéricos (son inevitables en algunos casos) escribes habitualmente e-mails (correos electrónicos) con dos tipos de comunicados, los meramente de apoyo al trabajo habitual y a los informes financieros y los informativos a la plantilla, donde te puedes explayar más literariamente.


En otras facetas y fases de la vida también has realizado pinitos en otros ámbitos, políticos y sociales: artículos periodísticos, discursos, propaganda, dossiers, mociones, enmiendas, cartas al director,…

¿Qué por qué eliges el género del “ensayo”? Por una parte, como lector, siempre te pareció más serio, más responsable, más comprometido que por ejemplo las novelas. En  la universidad, por ejemplo, dónde comenzaste en octubre del 75 (un mes antes de la muerte del dictador Franco) en Sarriko (una de las universidades más incendiarias contra el fascismo), leer novelas se te antojaba como estar fuera del mundo, no tener espíritu crítico, había que leer ……. pensamiento, compromiso, critica, en definitiva algo serio como ensayos, fuesen políticos, económicos, o sociales, con referencias al mundo real no al imaginario. Por otra parte, como escritor, posiblemente sea más sencillo para una mente como la tuya, más cerebral que intuitiva, más analítica que imaginativa, escribir sobre opiniones propias y acontecimientos de tu vida, que crear un nuevo universo con paradigmas fantaseados.

Para poder escribir hay que tener inquietud por la lectura y desde luego eres un lector compulsivo de todo lo que cae en tus manos: periódicos, revistas, libros, informes, anuncios, correos electrónicos,… con la particularidad (es algo que, ignoras por qué, pero suele sorprender) que subrayas (y a veces recortas y siempre guardas) lo que consideras interesante ….. hasta en las novelas. Es algo que haces desde siempre y que te obliga a leer con un bolígrafo o lapicero en la mano.

Además lo que te anima a escribir es que llevas más de treinta años realizando en empresas mercantiles, balances, cuentas de explotación, planificaciones financieras, presupuestos de tesorería… y nadie nunca te ha dicho que le ha “emocionado” lo que ha leído; y sin embargo cuando has escrito en prosa (aunque haya sido una simple felicitación a un compañero por cumplir años en la empresa o una bienvenida por una nueva incorporación) a la gente, no sólo al afectado,  le ha llegado, lo han sentido, y te lo han transmitido. Un feed-back perfecto.

Por último y antes de “tirarte a la piscina” que no se te olvide comentar (como ya se habrá apercibido el lector) que estas utilizando, al menos en este momento,  la segunda persona para hablar de ti mismo,  intentando imitar el estilo de Paul Auster en su última obra autobiográfica (en otras utiliza la primera y tercera persona) “Diario de Invierno”.

Mikel Etxebarria Dobaran

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