En nombre de la patria, como así mismo en
el de las religiones ó de ideologías teóricamente liberadoras , se han cometido
históricamente barbaridades; lo que no
evita que pueda considerarse un concepto poético con un trasfondo romántico ó
sentimental. Es también comprensible el considerarse ajeno a la patria, sobre
todo, si uno no ha sentido el ninguneo ó el desprecio sobre la propia . En todo
caso, una cuestión es defender la propia y otra aplastar las ajenas; cómo no es
lo mismo buscar apoyos democráticos y
mayoritarios que atajos violentos. Borges
decía que “todo hombre pensaba que su
patria encierra algo único, que nadie es la patria pero todos lo somos y que la patria es un
acto perpetuo como el perpetuo mundo”.
En el presente, más que de escrutar
argumentos históricos, aunque se tengan, se trata de solventar problemas
actuales. Pasar de la tierra de los padres , como diría Nietzsche , a la tierra
de los hijos, como diría Ortega. Así, Escocia y Cataluña, tienen formuladas sus
preguntas y establecidas sus fechas, en septiembre y noviembre de este año,
para sus respectivos referéndums de soberanía. Nosotros, si bien expectantes, nos
lo tomamos , en cambio, con más calma. Bien porque, según algunos, ya nos auto-determinamos
en cada cita electoral ó bien porque, según otros, la soberanía ya se hace día
a día. También, seguramente, porque sea preciso dilucidar algunas cuestiones .
Por ejemplo y sin ánimo de ser exhaustivo:
- Que haya
otras prioridades. Hay necesidades más apremiantes. Hay que salir de la crisis económica. Bastante tenemos con
buscar trabajo si no se tiene o intentar mantenerlo si se tiene. “Primun
vivere, deinde philosophari”.
- Que haya
heridas no cicatrizadas. Se han cometido atrocidades. Por todos lados. Y algunas,
aparte de daños irreparables a personas, han causado un enorme perjuicio a la causa
que decían defender.
- Que tengamos
un país fragmentado en varias Comunidades y Estados. Algunas denominaciones no
ayudan. La existencia de cualquier concepto comienza con su adecuado enunciado.
Wittgenstein sostenía que lenguaje,
pensamiento y realidad eran una misma cosa. Llamar Euskadi (aunque se haga con
buena voluntad) a sólo tres herrialdes ¿no confunde la parte con el todo?. ¿No
perdemos el tiempo en debates estériles, incluso entre abertzales, hasta para denominar a una selección de futbol?.
Euskalherria, lo hayan usado ó no los franquistas, es una denominación histórica;
como también lo es Euzkadi con “z”(neologismo sabiniano) e incluso el más
moderno Euskadi con “s”, siempre que el
nombre del país defina al todo , al “zazpiak bat”. Y si hablamos de sumas
parciales de territorios, ¿por qué no usar otros nombres?.
- Que tengamos
cierta autonomía fiscal al disponer del Concierto Económico. Un derecho, no un
privilegio, conseguido como contrapartida a la pérdida foral, arrebatado tras
la guerra civil y recuperado tras el franquismo. ¡Sí los catalanes no hubieran
cometido la ingenuidad (es la economía,
estúpido, Clinton dixit) de despreciarlo¡.
- Que estemos
más bien “escaldados” ya que nos “cepillaron” (en terminología “guerrera”) el
Plan Ibarretxe. Que no era el Plan de Ibarretxe, ni el del PNV sino el del
Parlamento Vasco .
Con unas raíces , una cultura y un idioma
, que constituye una aldea local en un mundo global somos objetivamente una
nación. ¡Hasta la “letra” de la
Constitución nos reconoce como nacionalidad y “dice” respetar los derechos históricos¡. Hemos conformado
Reinos, Ducados y Señoríos, pero no un Estado, que es creación más moderna. Somos un pueblo milenario, que no
se ha dedicado a hablar de su historia (Unamuno decía que hemos sido un pueblo mudo), pero que ha sabido adaptarse a las
circunstancias, defendiendo como
Aresti sostenía, “la casa del padre".
En nuestra tierra han campado romanos, godos, visigodos, musulmanes, francos,…y
nadie nos ha preguntado nunca ni a nosotros ni a nuestros ancestros, aunque
puede hacerlo cuando desee, si queremos ser españoles ó franceses.
Hace lustros decían que los Estados en
una Europa unida tendían a desaparecer. No ha sido así, han surgido más y no es
lógico pensar ¿por qué no tener el nuestro? ¿no será la forma más sólida de
preservar nuestra identidad ?. ¿Es incompatible con la ineludible salida de la
crisis?, ¿con la imprescindible cicatrización de las heridas?, ¿con, al menos, la
aclaración de nuestro nombre?, ¿con disponer de cierto grado de autonomía?, ¿con
qué ya nos dieron calabazas? . Gestionar
bien y honestamente el día a día ¿es suficiente?. ¿No habría que estar, a la
vez, vislumbrando (cómo el atleta que
anticipa el salto en su mente) no sólo la, actualmente lejana, realización de
una consulta, sino el escenario futuro : la seguridad jurídica, el
mantenimiento de la legalidad , los traspasos económico-financieros precisos y la
continuidad en la Unión Europea y el euro de un hipotético Estado Vasco?.
En “Martutene”, Saizarbitoria, recordándonos una cita de Flaubert nos
relaciona la patria y lo infinito: “La
patria es la tierra, es el universo, son las estrellas, es el aire, es el
propio pensamiento, es decir, lo infinito dentro de nuestro pecho”. Y lo infinito (curiosamente
tema recurrente de Borges) no se puede encajonar, limitar, coartar………..y menos
si además es perpetuo, por lo que Lefebvre pudo
sostener que la independencia es para los
pueblos (las patrias) como la libertad para
las personas (los individuos).
La Patria podrá tener forma de Pueblo, País, Comunidad, Nación, ……
ó Estado. En cualquier caso, con perseverancia, será perpetua e infinita. Barandiaran decía “Izan giñelako, gara; garelako, izango gara”
(Porque fuimos, somos; porque somos, seremos). Francamente, es un consuelo. Ahora
bien, ¿nos conformamos con esto? ó ¿queremos además pensarla, respirarla,
vivirla,…. en el formato de Estado?. Es ,al menos para algunos, un anhelo. ¡Que
el eterno e infinito consuelo no nuble al presente y concreto anhelo¡ .
Publicado en Deia (con seudónimo) el 15 de enero de 2014 y colgado por Iñaki Anasagasti en su blog.
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