Un servidor, un poco más joven, en el Paseo Campo Volantín. A la derecha de la imagen, la entrada a la Fundición Sagardui, hoy Hotel Barceló Bilbao Nervión. |
La actual entrada al Hotel era la antigua entrada a la Fundición |
El devenir de la vida a veces depara anécdotas curiosas. Me han localizado desde una agencia que se encarga de hacer reportajes para instituciones, a raíz de que hace cerca de diez años publiqué un artículo -en este mismo medio - en el que narraba la historia de una empresa familiar, emblemática y muy cercana para mis allegados y para mí mismo.
En el lejano año 1845 en el Paseo de Campo Volantín 11 en Bilbao, nació la “Fundición
Sagardui", creada por José Antonio Sagardui (1812-82), que
sería una de las empresas pioneras en la actividad industrial en Bizkaia. Destacó
en sus inicios por la fabricación de cocinas de carbón “tipo Bilbao” denominadas “chapas” al ser de chapa de
hierro. Servían para cocinar y para calentar.
Al fundador,
pronto le acompañarían sus hijos José María y Tiburcio y
cambiarían el nombre a “Sagardui e Hijos” primero y cuando falleció el padre a
"Sagardui-Hijos".
Se encontraba en el lugar que ocupa hoy en día
y desde 1972, el Hotel Barceló Bilbao Nervión, no solo la fachada sino también la
enorme trasera que se esconde tras varios edificios algunos datados en 1811, ya
que son 350 habitaciones y es el hotel más grande de Euskadi. En 1955, con la apertura de la fábrica de Orduña surge la producción
de electrodomésticos: cocinas de gas y butano, calentadores, radiadores, estufas,
hornillos... con las marcas FAR, Daniel´s, Thimshel. La empresa llegó a tener su
oficina principal en Deusto (más de 1000 metros cuadrados con acceso por dos
Avenidas), un enorme centro logístico en Júndiz y delegaciones por todo el
estado.
Por su
relevancia indico algunos nombres de directivos de Sagardui, ya que muchos de
ellos tendrían un importante desarrollo futuro en el mundo político y
empresarial: Josu Bergara (diputado general de Bizkaia), Alejandro
Echevarria (presidente de medios de comunicación), Gonzalo Artiach (presidente
de las patronales vizcaína y vasca ; su familia fue accionista de Sagardui), Agustín
Garmendia (actual presidente de Deusto Business Alumni), José Ignacio
Isasti (empresario y asesor), Patxo Galarza (empresario
inmobiliario) , …
Mi
ama Edurne, en los años 50 del pasado siglo fue "empleada de
hogar" en las residencias que tenía la familia Sagardui en el Campo
Volantín, delante de la fundición. Eran la cuarta generación de la saga,
Jesusa y Emilia Picaza Sagardui junto a Martin Aldazabal, esposo de
la anterior y que tendría un importante negocio textil en la calle Tendería.
Del domicilio de
Jesusa se entraba directamente a la fundición por un pasadizo secreto digno de
cualquier película de intriga. Mi ama, aparte de colaborar en el comercio
de Aldazabal, cobraba la renta en
metálico (asi se hacía entonces) a los distinguidos inquilinos de las viviendas
del Campo Volantín, que eran propiedad de la familia Sagardui; entre ellos, a Azkue,
fundador de Euskaltzaindia. Mi aita Miguel trabajaría en la fundición y se
convertiría en el hombre de confianza de la familia en la mercantil. El que
suscribe nació a finales de los 50, muy cerca, al inicio de la calle Uribarri,
en una casita de dos alturas, propiedad de los Sagardui, que hace muchos decenios
que no existe; mis aitas estaban de alquiler hasta que los dueños
decidieron que no pagaran más y que la propiedad cambiaba de manos. Para mí,
Jesusa, Emilia y Martin siempre fueron mis tíos; además de niño no era
consciente de que no lo eran de sangre. La saga Sagardui no continuaría ya que
no hubo descendencia.
En el año 1984, con la caída - entre otros- del sector electrodoméstico, tras quebrar
Sagardui -no fue rescatada por fondos públicos como si lo fueron algunos
competidores- y promovida por 130 valientes trabajadores de sus más de 1000 con
los que llegó a contar, surgiría una de las primeras Sociedades Anónimas
Laborales (SAL) del estado: Sociedad Materiales Orduña Laboral S.A. (Somolsa).
Tuve el honor de
realizar el balance de apertura de la sociedad: resultó tan entretenida la
valoración de activos y pasivos como kafkiana la subasta judicial. Realicé un
MBA a mediados de los 80 en la Universidad de Deusto y la tesis fin de máster,
en la que trataba con el ejemplo de Sagardui la conversión de Sociedad Anónima
en SAL , sería la primera en tocar este tema en el mundo universitario. Fui su
director financiero hasta febrero de 1990, donde pasaría a serlo en Neinor. La SAL
cerraría en 2004.
Alguna de estas
cuestiones son las comentadas en el reportaje que, casi 180 años después de
nacer SAGARDUI, me han realizado a las puertas del Hotel, por dónde yo de niño
entraba a la Fundición y en cierta ocasión trasteando en su interior recuerdo -eso
no se olvida nunca- que me abrase una mano. Seguramente con este guion
cualquier día nos hacen una serie.
Mikel Etxebarria
Dobaran
Economista
Publicado en Deia el 18 de julio de 2022
Mis aitas en su boda en Begoña. Al lado de mi ama, Emilia Picaza Sagardui y al lado de mi aita, su esposo Martin Aldazabal. |
Gracias por compartir parte de tu biografía , Un apretón de manos .
ResponderEliminarMuchas gracias, Gonzalo. Tan amable como siempre. Un abrazo.
Eliminar“ Agradezco las muestras de afecto y cariño recibidas por parte tanto de algunos de los aludidos como en otros casos de sus familiares, referentes al artículo sobre la empresa SAGARDUI publicado el pasado 18 de julio. Las organizaciones con alma no lo son por casualidad sino que lo son por ser capaces de conjugar buenas personas, excelentes profesionales y equipos de ensueño. Esta ha sido la narración resumida de una empresa emblemática, pero afortunadamente existen más casos en el mundo mercantil. Eskerrik asko bihotzez. “
ResponderEliminarHola Mikel, acabo de leer tu artículo en el periódico Deia porque casualmente voy a tirar dos cocinas que se hicieron en esta fundición. Me da pena porque se llevan una historia con ellas. Te escribo desde un pueblo de la provincia de León qué se llama Riello, en la Montaña, ¡¡donde hace mucho frío!!. Un saludo, Mar.
ResponderEliminarMuchas gracias , Mar, por opinar. la verdad es que antaño se fabricaba para la eternidad. El concepto de obsolescencia programada, tan en vigor ahora, ni lo contemplaban. Historia hacemos también recordando y comentando , como haces tú. Cuídate y abrígate. Un abrazo fuerte.
Eliminar