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El corazón y la razón


Como se encuentra muy de moda puede parecer que voy a escribir sobre fútbol o sobre el Athletic, que no siempre es lo mismo. Pero de lo que voy a reflexionar es sobre la vida, siguiendo la que más conozco, la mía propia y con la mochila de unas cuantas décadas encima.

 He escuchado a interesantes intelectuales ( Jose Antonio Marina, Jordi Sevilla, Irune Aguirrezabal…) reflexionar sobre los convulsos momentos actuales y he percibido una curiosa coincidencia. Sugieren que el auge de los populismos de cualquier signo e incluso de la polarización viene propiciado fundamentalmente porque hemos perdido la fe en el pensamiento y en la razón y nos abandonamos a ser guiados solamente por la emoción y el corazón. Así, despojados de pensamiento crítico nos dejamos adular y seducir por hechiceros y cantamañanas. Nos recuerdan que la democracia es el dominio de la razón y que si nos despojamos de ella perderemos también la virtud. Seguramente tienen bastante razón y un simple economista como yo, más acostumbrado a números que a cavilaciones, no se considera capacitado para llevarles la contraria. Sin embargo, creo que son las emociones mal enfocadas las que pueden crear monstruos y en cambio, bien guiados por el corazón podemos disfrutar de momentos inolvidables, como los actuales.

Soy hijo de un futbolista semi-profesional de los años 40 y 50 del siglo pasado. Mi aita jugó en el Apurtuarte, con el que, acompañado en el equipo por otros dos primos Etxebarria, se proclamó campeón de Bizkaia, disputando la final en el viejo San Mamés. Jugó en el Erandio, en su pueblo, ya que él era natural de Erandio Goikoa. Jugó en el Ibarra y en Segunda división con el Tetuán, en una mili de las de entonces, de varios años. Soy también pariente de mitos futbolísticos; por parte de aita, de Koldo Aguirre y por parte de ama, de Telmo Zarraonaindia. Mi aita jugaba de portero y yo también, aunque a otro nivel mucho más modesto y siguiendo aparte de aita a otro mito de mis tiempos, como Iribar. Disputaba de niño partidos prohibidos en la Plaza Nueva y en el Arenal, sorteando a los munipas para que no nos arrebataran el balón o los jerséis que usábamos de portería. También jugábamos en las campas de Zurbaran, frente a los humos de la fábrica Etxebarria. Jugué en el Arsenal, equipo que montamos en el Patro de Iturribide (dónde lógicamente intentaron inculcarme el baloncesto sin conseguirlo) siguiendo la estela del fantástico equipo inglés y ganamos la liga colegial. Participé en una selección que jugó en el entonces incipiente Lezama y llegué a participar en el inicio del renacido Leioa, donde nos entrenábamos en Lamiako y Ondiz y, sin aún campo propio, jugábamos de local en San Ignacio.

Con estos antecedentes y siendo de Bilbao, soy un apasionado del fútbol y sobre todo, del Athletic. Cuarenta años más joven, asistí en Madrid a la final de Copa contra el Barcelona de Maradona, acompañado de una amiga muy especial. En el Athletic de entonces estaban, mis antiguos compañeros en la Academia Montiano,  Manu Sarabia y Andoni Goikoetxea. Y en el campo, un amigo de mi amiga, que se iba a convertir en héroe, Endika Guarrotxena. Afortunadamente nos llevamos la Copa para Bilbao. Y no sé si animado por este hecho, cuatro meses después, me casé con la amiga especial.

Ahora, cuarenta años más tarde y tras asistir, como otros muchos miles de athletizales, acompañado de mi mujer junto a nuestros hijos y nuestros nietos - katea ez da eten, que la cadena no se rompa-, esta vez a la final de Copa celebrada en Sevilla con el Mallorca, también nos hemos llevado, no sin sufrimiento, la Copa para Bilbao. No todos han podido entrar al campo a ver el partido pero si hemos participado en el fantástico y noble ambiente callejero.

La movilización en torno a un equipo de todo un pueblo ha sido ejemplar. El número de personas, increíble: en el campo ocupábamos la mayor parte. A la vez, el Athletic Hiria lleno, como cantidad de hoteles, bares y apartamentos en Sevilla con athletizales siguiendo el partido por televisión. En Bilbao, San Mames a rebosar. No hay nadie, ningún organismo, ninguna idea, que pueda movilizar a tanta gente. Ni cantantes, ni actores, ni políticos… Nadie.

Es una comunión entre un pueblo y un equipo. Somos una gran familia. Además en un ámbito, el futbol profesional de élite, muy mercantilizado, donde dictaduras buscan ser blanqueadas, fondos de inversión se mueven con mentalidades cortoplacistas, prima el negocio y a veces surge la corrupción.

La razón nos dirá que no se puede triunfar con los exclusivos mimbres de una filosofía de cantera en el futbol profesional. Y, sin embargo, el corazón nos ha llevado a ello. Las emociones, bien enfocadas, no son un mal complemento al pensamiento racional. Ezina ekinez egina (lo imposible, perseverando, ha sido posible).

Mikel Etxebarria Dobaran

Socio compromisario del Athletic Club

Publicado en El Correo el día 14 de abril de 2024

Nota.
 Katea ez da eten ( que la cadena no se rompa) es un dicho en euskera que sirve, en este caso, para explicar como la pasión athletizale pasa de generación en generación.





En la final de Copa 2024 en La Cartuja de Sevilla

Con hijos y nietos en Sevilla

Con la "amiga especial" y los nietos en Sevilla






Con la Gabarra en Bilbao 2024


Final de Copa 1984 en Madrid con la amiga especial.

En la terraza viendo la gabarra. Abril 2024.

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