A final de
año se cumplen casi noventa años, ochenta y nueve exactamente, de la desaparición
de nuestro bilbaino más universal. Habiendo sido uno de los intelectuales más
influyentes a nivel mundial de la primera parte del siglo XX, su figura sufrió un
inmenso ostracismo desde ese momento.
A diferencia de otros intelectuales que son y
han sido, tiene a gala, ser librepensador, orejano, es decir, res sin marca. Es
crítico con todo el mundo. No se casa con nadie, a excepción de con su esposa, y
correctora (como la mía) de sus escritos, la gernikarra Concha Lizarraga.
Además, se autodefine como hombre entero, no de partido. Esto conlleva que tanto los “hunos” como los
“hotros”, aunque cuando les interesa intentan apropiárselo, le vislumbren con
desconfianza.
Es un
intelectual comprometido con su tiempo y que siempre defiende el conocimiento,
la cultura, la verdad y la democracia. Dice él mismo que el vencedor siempre le
tendrá enfrente. Eso le hace pagar un precio muy alto en destierros, multas,
destituciones y en su propia vida.
Su legado
consiste en ensayos, novelas, poesías, miles de artículos y sobre todo el
ejemplo de su actitud, el permanente uso del pensamiento crítico. Hoy en día,
en un mundo complejo, polarizado, con arrinconamiento de valores humanistas, sus
aportaciones resultan absolutamente vigentes. Tengo registrado un aviso por
internet para recibir todo lo que surja con la denominación “Unamuno”; todos
los días tengo muchas entradas; algunas, aunque interesan menos porque se
refieren a acontecimientos en centros de enseñanza o calles con su nombre, sorprenden
porque provienen de cualquier lugar del mundo.
Actualmente
me encuentro leyendo dos libros que le citan profusamente. Uno el best seller
de historia mágica “La península de las casas vacías” de David Uclés,
en la que es el referente más citado y cuyo autor también utiliza frases y
conceptos del bilbaino en sus entrevistas e intervenciones públicas.
El otro
libro es “Paseos sonoros. Las huellas de la música clásica en Bilbao” de
Mercedes Albaina, donde se hace un recorrido emotivo sobre el enorme y
cualificado elenco de músicos clásicos bilbaínos o ligados con la villa, como Ledesma,
Arriaga, Valle, Guridi, Isasi, Arambarri, Iparraguirre y muchos más.
Casualmente el autor más citado en la excelente obra no es un músico, es
Unamuno, indicándose también que en los murales de los techos de los soportales
de la calle de La Ribera se encuentra ¡tocando el piano ¡Otra casualidad que se
indica es que el prodigioso músico Juan Crisóstomo Arriaga Balzola vivió diez
años (de 1811 a 1821) en la misma casa de la calle Ronda (ahora con el
número 16) donde nació Unamuno, unos años después, en 1864! Al hilo de esto, una
cuestión: ¿Cómo es posible que ese mágico lugar, impregnado con el espíritu de
dos bilbaínos ilustres amén de genios universales, no sea una casa-museo?
Quiero recordar que un grupo de románticos
unamunianos hemos decidido revivir la Asociación que para honrarle se había
creado en 1986, a los cincuenta años de su desaparición. La hemos rebautizado
como Asociación Unamuno Elkartea (AUE) y entre nuestros propósitos se
encuentra lograr un espacio para Unamuno en un museo o lugar digno de su
botxito del alma, establecer rutas literarias por su universo vital, realizar
conferencias -estamos realizando varias tanto en la Universidad de Deusto
como en el Instituto Unamuno, a los que agradecemos su acogida- y
artículos como el presente. En definitiva, por nuestro propio bien queremos poner
en valor una de nuestras figuras más emblemáticas, que además no es solo que
naciera aquí, sino que presumía de ser vasco y euskeldun y enalteció, como
jamás nadie lo ha hecho, a su tacita de plata, Bilbao.
Somos
conscientes que aún hay reticencias. Nos dicen amablemente que Unamuno ya está
en algún museo de Bilbao; y es cierto que tiene un cuadro por aquí y un busto
por allí, pero lo que necesita es al menos una “habitación propia”, como sugería
Virginia Woolf, siguiendo el consejo de Montaigne. Nos recuerdan también
que ya está en Salamanca, donde afortunadamente es muy venerado; pero también queremos
que esté presente, y con más razón, en su querida tierra.
Apelamos a vuestro apoyo moral y real. Cuantos
más seamos más fuerza tendremos. Estamos captando socios “fundadores”. No hace
falta ser un erudito unamuniano para adherirse, basta con amar a la cultura y a
nuestra intrahistoria. Se puede solicitar información a mibotxito@gmail.com.
Voy a
terminar con esta cita de Unamuno que la recoge como inicio Mercedes Albaina en
su obra aludida anteriormente: “¿No has buscado en tu corazón la eternidad
del dulce pasado? Porque lo eterno no es el porvenir, lo eterno es el pasado.
Solamente lo que pasa, queda”.
Mikel
Etxebarria Dobaran
Presidente
de la Asociación Unamuno Elkartea AUE


Comentarios
Publicar un comentario