Querido amigo/ Querida amiga. Nos acercamos a unas fechas entrañables y familiares, las  Navidades . Lo malo es que seguimos estando en pandemia, con lo que ello conlleva y un tanto cansados de la misma. Eso sí, después de la oscura noche, tarde o temprano, surgirá un claro día. Ha sido un año un tanto atípico a nivel personal, aunque muy esperanzador. Por una parte, he dejado actividades en las que he estado inmerso en cuerpo y alma muchos años y, por otra parte, me he involucrado en proyectos que ya conocía, pero ahora asumiendo nuevos roles más sugerentes. He publicado un libro, cuestión que no ocurre todos los días; del libro he tenido varias  reseñas en medios de comunicación, la presentación pública en una de mis librerías de guardia (suministradora de provisiones para la vida) y sobre todo el apoyo afectuoso y cariñoso de buenos amigos y amigas que ha tenido uno la suerte de ir haciendo (es un proceso bidireccional)  en el devenir de la existenc

  En esta época es tradicional que las administraciones públicas tramiten sus presupuestos para el año próximo.   Y salvo que dispongan de una mayoría absoluta , cuestión improbable en los tiempos actuales , a los gestores les toca negociar, primero con los cercanos y luego con los lejanos. Además, el llamado mercado persa suele ser poca cosa comparado con lo que suele acontecer. Y es que la aprobación de los presupuestos es una especie de examen para poder seguir gobernando la nave de la Administración, sea esta cual sea.   Lo curioso es que los presupuestos no son más que “previos supuestos”, es decir; que sirven para revelar las intenciones de los gobernantes. En qué pretenden gastar los dineros (que son de todos) y cómo  estiman financiarse (mediante impuestos que sufragaremos nosotros o con créditos que devolverán, que la suerte les acompañe, nuestros nietos ). El manifiesto de intenciones suele ser además enormemente comentado, publicitado y debatido.   P