Hace unos mil doscientos años, en el
siglo VIII y por estos lares, tuvimos un monarca con personalidad propia. Vamos a intentar reflejar su
existencia verídica, objetiva y documentada , no es ninguna leyenda. Nos
referimos a Eneko Aritza (Iñigo Arista), apodado “el Vascón”. La exactitud en
los datos, aunque tomados fundamentalmente de Auñamendi y de Estornés Lasa y
teniendo como fuente al historiador musulmán-cordobés Ibn Haiyan y al Códice de Meyá ó de Roda, hay
que tomarlos con cautela, ya que el conocimiento sobre la vida del considerado Primero
de los Vascones está ubicado en cierta penumbra.
Nació en el año 780 y murió en el 852. Siendo hijo de otro Eneko
y originario de Bigorre. Antes de su nacimiento, en el año 778, y con la
participación de su padre, tuvo lugar la primera batalla de Orreaga
(Roncesvalles), una de las más importantes de la Edad Media, según señala
Aitzol Altuna y fuente para la creación de mitos chauvinistas (no por nuestra
parte) según indica Stephen Hayward, y dónde se derrotó al invencible, hasta
entonces, ejército de Carlomagno. Los
francos tanto con el relato de Einhard (ó Eginardo) acusando a los vascos de
sanguinarios, como con la “Chanson de Roland” adjudicando la maldad a los
sarracenos, harían, contradiciendo el dicho de que la historia la escriben los
vencedores, versiones distorsionadas de la realidad.
Eneko Aritza, contrario a la expansión
carolingia, se enfrentaría en el año 824 a los francos, ejerciendo de buruzagi (jefe) en la considerada segunda
batalla de Orreaga donde se les volvió a derrotar . Su victoria acrecentó su
prestigio y le llevó a ser Rey. Y no fue designado por uno de los
procedimientos habituales, es decir, por providencia divina (¡¡¡), por decisión
digital de dictador, por guerra , conquista ó usurpación, por herencia ó por
abdicación,….. Es nombrado Rey de Pamplona y, por tanto, fundador del Reino
(que luego se llamaría de Navarra), por sus colaboradores. Dicen que coronado
en el valle del Ronkal, ennobleció y fortificó diversas localidades navarras y
expandió el Reino. Hay que añadir, como señalan los sacerdotes historiadores Estomba y Arrinda, que jamás aceptó que le
trataran como Rey. No era una figura decorativa, sino un líder . Fue un
dirigente habilidoso, que unió a vascos de distintas comarcas, que se relacionó
con los vascones ultra-pirenaicos y que logró pergeñar y mantener alianzas
variopintas. Al parecer, supo aunar la osadía en la batalla con la diplomacia
en la política. Fue también el precursor de un proceso integrador para el
pueblo vasco tomando como punto neurálgico a Iruña (Pamplona) y los valles y
comarcas circundantes, iniciando además una emancipación del poder franco (fundamentalmente,
con enfrentamientos) y del poder musulmán (sobre todo, con pactos). Anciano y
paralítico se retiró, para morir, en el año 852, al monasterio de Leyre.
Eneko Aritza puede traducirse
literalmente al castellano por “el roble de mi casa”. “El roble” (dadas las
características de nuestro árbol emblemático) se puede interpretar como “el
fuerte”, “el duro” ó “el noble” . La latinización y transformación
onomatopéyica de Eneko Aritza lleva a pronunciarse y escribirse, en castellano como Iñigo Arista y en árabe
como Yannaquo (ó Wannaquo) ibn Wannaquo, aunque en este último caso podría
equivaler a “Eneko hijo de Eneko”. También hay quién defiende que Eneko podría
derivar de “Oneko” (bueno, buen hombre, de buena estrella). Por tanto, Iñigo es
la latinización de Eneko, con lo que ambos nombres tienen relación, pero no
Iñigo e Ignacio (Iñaki en euskera). Amatiño e Iñaki Anasagasti ya han explicado
que el error de relacionar estos dos últimos nombres deriva de que Iñigo
(López) de Loyola decidió cambiarse, como lo hacen otros religiosos, en
vísperas de fundar la Compañía de Jesús, el nombre por Ignacio (en vez de por Agustín
ó Juan), ya que este nombre, además de su aproximación fonética era más
conocido en Italia por la devoción a San Ignacio de Antioquía.
No puedo soslayar, perdón por el
anacronismo, que nuestro histórico Eneko
Aritza , por su envergadura, pundonor y fortaleza, podría haber sido un
magnífico delantero centro de nuestro Athletic. Como lo fue, otro Eneko,
sucesor de Zarra, Eneko Arieta-Araunabeña , padre político de ¡otro
Eneko¡ , el lehendakari Iñigo Urkullu. Y
como lo es, otro Aritza, nuestro
delantero actual Aritz Aduriz. Guiños de nuestra intrahistoria diría Unamuno.
En cuanto a estatuas en su honor, el
asunto es manifiestamente mejorable, ya que en Pamplona, en una ronda de
circunvalación , tiene “dedicada” desde hace diez años una escultura en acero
inoxidable de trece metros de altura con aspecto de guerrero batusi (¡¡¡); en
Madrid, tiene otra desde hace doscientos sesenta años en piedra blanca , de
tamaño normal , ubicada en ni más ni menos la Plaza de Oriente (¡qué habrá
visto y oído allí¡), y en la Comunidad Autónoma Vasca no nos consta ninguna.
Mikel Etxebarria Dobaran.
Publicado en Deia y en Noticias de Navarra el 23 de octubre de 2013 y replicado en otras publicaciones
Soberanía de Navarra Eneko Aritza, un rey diferente.htm
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