En Zaldibar hemos decidido mirarnos - para cargar responsabilidades y que busquen
soluciones – los unos a los otros. Es más cómodo. La sociedad, en general, a las instituciones y partidos políticos;
estos últimos, si son de la oposición a las diferentes consejerías implicadas y
al mismo lehendakari; estos a su vez, a la empresa encargada del vertedero y la
empresa, primero al suelo (que sigue siendo muy inestable ) y luego al cielo (que
suele ser el último recurso hasta para agnósticos en apuros).
Nos conviene a todos madurar y pensar
que, primero, esto es un hecho puntual y desdichado – con desgraciada pérdida
de vidas humanas- que hay que solventarlo y del que evidentemente habrá que
depurar las responsabilidades oportunas ; pero, segundo, que como el problema
es muy de fondo, nos viene bien que reflexionemos sobre hacia dónde se dirige ,
no el vertedero citado u otros, sino nuestra civilización . Cojamos perspectiva.
Volemos más alto de Zaldibar- seguramente un valle idílico poblado antaño de
caballos autóctonos- quitémonos la txapela y miremos al mundo.
El problema medioambiental es,
seguramente, el más importante al que nos enfrentamos como especie humana en el
siglo XXI. Si queremos que nuestros descendientes conozcan el siglo XXII o nos
ponemos en serio a arreglarlo o no lo verán. Alguien me dirá que también hay
otros problemas, como la desigualdad y la pobreza, pero curiosamente se
correlacionan , ya que los pilares de la sostenibilidad son la economía, la
ecología y las cuestiones sociales y deben abordarse conjuntamente. No valen
parches, ni soluciones aisladas, ni visiones a corto plazo. Aunque se empiezan
a utilizar otros parámetros, el sacrosanto incremento del PIB (Producto
Interior Bruto) es lo que mide el desarrollo de las comunidades, países y Estados; y no es útil. Hay que medir el bienestar, no el PIB. Debe cesar la
tendencia al crecimiento infinito en un planeta finito, que no sólo lo estamos
contaminando sino que se esta quedando sin recursos naturales, sin capital natural
(suelo, aire, agua, flora, fauna). Estamos vaciando el mundo de recursos y
llenándolo de residuos: ¡vaya cambio¡.
El ser humano – por eso decimos estar en
el Antropoceno- ha influenciado los procesos ecológicos del planeta. Estamos
sobrepasando los llamados límites
planetarios: destruyendo la capa de ozono, con pérdida de biodiversidad y
extinción de especies, con contaminación química, en emergencia – ya no cambio-
climático, con acidificación (descenso del PH) de los océanos, cambiando el uso
de los suelos, consumiendo agua dulce, con concentración atmosférica de
aerosoles y cómo no, con vertidos (sobre todo de nitrógeno y fósforo) en
biosfera y océanos. No paran de crecer en los océanos los llamados “continentes
de la basura o del plástico”. El deshielo de los polos es imparable. Cuando
pasemos el punto de inflexión de los citados límites, aunque tengamos capital financiero, será difícil comer dinero, producir seres vivos, sanear el agua o
estabilizar el clima. El eterno dilema para algunos –otros lo han tenido
siempre muy claro- crecimiento vs desarrollo debe dilucidarse.
El problema hay que plantearlo desde una
perspectiva mundial, global, holística, multisectorial, interdisciplinaria y
con visión a largo plazo pero con actuación inmediata. No nos aportan nada
populistas y negacionistas: no sirve la venda en los ojos. Tenemos que cambiar
de costumbres productivas y hábitos consumidores. Va a ser duro pero nos tenemos
que poner con ello y no pensar que otros arreglaran el desaguisado. No es de
recibo que lo que nos preocupe sea fundamentalmente dónde echamos la basura . Tendremos que
consumir menos, producir menos, vivir con menos y así no esquilmaremos a
nuestra única casa por el momento posible: la nave espacial Tierra.
La economía circular (reciclaje, reutilización, desmontaje y reprocesado) nos espera. No nos olvidemos de educar en valores, ya que nos debe de preocupar tanto qué planeta (con qué sostenibilidad, con qué futuro) dejamos en herencia a nuestros hijos/nietos, cómo qué hijos/nietos (con qué valores, con qué principios ) dejamos en herencia en nuestra casa común.
La economía circular (reciclaje, reutilización, desmontaje y reprocesado) nos espera. No nos olvidemos de educar en valores, ya que nos debe de preocupar tanto qué planeta (con qué sostenibilidad, con qué futuro) dejamos en herencia a nuestros hijos/nietos, cómo qué hijos/nietos (con qué valores, con qué principios ) dejamos en herencia en nuestra casa común.
No dejemos que el mundo –como el
vertedero de Zaldibar- se nos venga encima y nos engulla , que camino lleva. Emulando
a John Kennedy , no pensemos lo que
los demás puedan hacer por nosotros, sino lo que todos nosotros podamos hacer
por los demás y por nosotros mismos, por la supervivencia de la sociedad, por
el futuro de nuestros descendientes, por la viabilidad del planeta. El medio
ambiental es un problema – grave y acuciante- de todos y cada uno de nosotros. Dejemos
de mirar a los otros, de buscar responsables – lo somos todos- , de exigir
soluciones – dependen de nuestro sacrificio- y actuemos . Tempus fugit.
Mikel Etxebarria Dobaran
Publicado en EC El Correo y en el Diario Vasco el 25 de febrero de 2020
https://www.elcorreo.com/opinion/zaldibar-punta-iceberg-20200225225750-nt.html
Publicado en EC El Correo y en el Diario Vasco el 25 de febrero de 2020
https://www.elcorreo.com/opinion/zaldibar-punta-iceberg-20200225225750-nt.html
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