Ahora estamos abrumados por datos, por
sistemas de control, por algoritmos, lo que en teoría nos llevaría a estar muy
bien informados. Sin embargo usamos, para tomar importantes decisiones,
indicadores que sabemos que ya no son válidos porque no miden lo que decimos
que miden, porque no incluyen lo que deberían incluir o porque contienen lo que
no corresponde. Y uno de ellos es precisamente el PIB. El premio Nobel de
Economía, Joseph E. Stiglitz,
abogaba por retirarlo como indicador, ya que de mediciones erróneas - decía -
se toman decisiones distorsionadas. Y a pesar de ello, lo seguimos usando como
referencia para medir el “éxito” en los países y la validez de sus políticas
públicas. Esta es una primera paradoja.
El PIB no mide el bienestar, no es algo
cualitativo sino cuantitativo. Pretende medir el crecimiento (el aumento en la
cantidad de recursos) e incluso el desarrollo (la mejora del diseño,
tecnología,..), pero el crecimiento económico es una “mala” gobernanza, nos
dice Julia Steinberger. El PIB considera el crecimiento ilimitado
como prioritario (¡en un planeta finito¡) y a la vez, se olvida de medir lo que
de verdad importa, las variables intangibles: la salud, el medio ambiente, el
bienestar , la seguridad laboral y económica, la cohesión social, el espíritu
solidario, la educación y la cultura, …. Esta es una segunda paradoja.
¿Qué incluye el PIB? Los flujos
monetarios que controla el mercado. No restan los costes medioambientales. La
pobreza o desigualdad no se considera. El voluntariado, los cuidados y lo que
no se remunera no cuenta. Los gastos para paliar pandemias y guerras suman. Mezcla
crecimiento y desarrollo. Suma costes y beneficios. No distingue entre
actividades que mejoran o reducen el bienestar. Confunde más que aclara. Tercera
paradoja.
Aunque hay algunas excepciones , como
Bután, donde se ha utilizado como
indicador el llamado Índice de Felicidad Nacional Bruta, o como Nueva Zelanda,
que adoptó un indicador de bienestar , con parámetros cualitativos como la
identidad cultural, el medio ambiente, la vivienda , los ingresos , el consumo
y las conexiones sociales; seguimos aferrados al PIB. Y eso que existen
alternativas. Destaca el GPI o Índice del Progreso Genuino, que complementa y
ajusta al PIB. También, los índices IDHS (Índice Desarrollo Humano Sostenible),
ICPDS (Índice Coherencia Políticas Desarrollo Sostenible),… .Otros medidores más
parciales son : el coeficiente de Gini, la Huella Ecológica, el PIB Verde…. E
incluso los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible).
Es un tema que preocupa. En el informe al
Club de Roma “Come On¡” se aborda este tema, Economistas Sin Fronteras le ha dedicado
un número especial y una webinar, BBK realizó un Informe sobre alternativas al
que denominó “Indicadores Macrohumanos” y en la última asamblea general de
Eusko Ikaskuntza se manifestó la inquietud.
Entonces, ¿por qué se sigue usando el PIB?
Porque indica actividad , es un reflejo de puestos de trabajo y de ingresos
fiscales, hay consenso mundial , se expresa en un dato que es relativamente
fácil de obtener, cualquier alternativa habría que pactarla mundialmente y
supondría un gran volumen de datos,… y porque los políticos se sienten cómodos
con el crecimiento económico como objetivo prioritario.
Robert Kennedy dijo en la
lejana campaña electoral americana de 1968 (unas semanas antes de ser
asesinado) que el PIB mide todo menos lo que hace que la vida valga la pena ¿Y
qué es lo hace que la vida valga la pena? En mi opinión, no es el crecimiento
económico, sino el bienestar de las personas y la sostenibilidad de la
naturaleza. Dado que para una vida buena y saludable es más aconsejable el progreso
controlado que el crecimiento ilimitado, lo ideal sería utilizar un cuadro de
mando con indicadores solventes, mensurables, relevantes y útiles ó, al menos, un
PIB mejorado con información humana y ecológica. Existe posibilidad técnica y,
sobre todo, necesidad ética para hacerlo; lo que falta es consenso y voluntad
política. ¿Esperaremos, como siempre, a que sea demasiado tarde?
Mikel Etxebarria Dobaran es autor de “Meditaciones Compartidas. De Bilbao al mundo”.
Sin un nivel adecuado de salud emocional y física, una sociedad no puede alcanzar un progreso sostenible. Extraordinaria publicación Mikel !
ResponderEliminarMuy agradecido, Mónica. Un abrazo fuerte.
Eliminar