Este año se
cumple medio siglo de un informe del que se vendieron más de doce millones de
ejemplares publicados en cerca de treinta idiomas. Me estoy refiriendo a “Los
límites del crecimiento”. Fue un Informe al Club de Roma, elaborado en
1972 por un equipo del MIT (Massachusetts Institute of Tecnology) dirigido por
la científica Donella Meadows. Presentaba una proyección de la huella
ecológica de la humanidad a lo largo de un periodo de cien años, considerando que,
de seguir apostando por el crecimiento ilimitado, el mundo, que es finito, se
precipitaría hacia un cataclismo. Se trataba de hacer una llamada de atención.
La verdad es que hemos esperado demasiado para ver las orejas al lobo y es
ahora cuando algunos quieren poner remedio y otros, a pesar de la evidencia de
la emergencia climática, siguen en el negacionismo. No obstante, vino bien abrir
los ojos sobre los límites del crecimiento.
En los
tiempos actuales, a raíz de la pandemia y con el maná de los fondos europeos, estamos
inmersos en una triple transformación. Por una parte, una transformación
ecológico-energética, donde las energías verdes van a tener su protagonismo
cara a afrontar la emergencia climática; ojalá los criterios para su
consideración no resulten paradójicamente contaminados. También, una
transformación demográfica-social, donde esperemos que la prioridad sea el
afrontar las cada vez mayores diferencias económicas agudizadas por efecto de
la crisis pandémica. Y, por último, una transformación cibernética.
Referente a
esta última transformación, está muy bien tener objetivos y cuanto más
ambiciosos mejor, pero hay que poner cada cosa en su contexto. Hay que
reconocer que la digitalización es imparable. Cada vez se aplicará a más
sectores y afectará a más personas. Y produce avances. Pero hay que aplicarla
con mesura. Concierne a todo tipo de empresas y actividades -no sólo a
entidades financieras, que cierran oficinas y limitan el trato presencial- y nos
afecta a todos, aunque cuanto más mayores somos es peor la situación.
Curiosamente
la Administración se pone a la cabeza de la manifestación y nos ayuda a llevar
la pancarta reivindicativa, cuando está para buscar o propiciar soluciones a
los problemas, no para clamar en las calles. Además, cuando deberían estar al
servicio del administrado se ponen a sí mismos medallas por digitalizarse
(invirtiendo ingentes cantidades de recursos públicos) obligándonos a dirigirnos
a ellos por medios telemáticos para tener cita (virtual) con el médico,
declarar y pagar impuestos, hacer trámites administrativos, ….
A algunos nos gusta que nos atienda una
persona (no un algoritmo), y con amabilidad, a poder ser. En las conversaciones
telefónicas hay quien incluye un robot que intenta seguirte la corriente, pero
no entiende de ironías, adelantándose al metaverso con el que nos amenazan
últimamente. Nos vuelven locos además con las claves. Hace falta una o a veces
varias para cada cosa y tener a mano un teléfono móvil. A veces son ocho signos
alfanuméricos, otras seis y otras cuatro. Con alguna mayúscula, alguna
minúscula, algún número, algún símbolo. Además, conviene memorizarlas; ¿será
para evitar el alzhéimer? ¿no se puede regular esto de otra manera?
Por otra parte, todo tipo de empresas
(bancarias, eléctricas, telefónicas, seguros, ...), han decidido no enviarnos
papeles y tampoco correos electrónicos, somos nosotros (con sucesivas contraseñas)
los que, para conseguir un recibo, la nómina o una triste factura nos tenemos
que pelear con el sistema. Eso sí, nos dicen que estemos tranquilos, que nos
guardan todo en una nube. ¡Hasta Orwell se pondría nervioso ¡.
Surge además
una gran paradoja: a más robotización menos trabajo humano y más necesidad de
garantizar una renta de supervivencia incrementando impuestos a los que
trabajen. Es lo que proponen curiosamente los megarricos, que prefieren que
abunden los parásitos sociales. ¿No es mejor tener un trabajo digno y cobrar de
él? Está bien que se eliminen puestos de trabajo repetitivos o penosos, pero no
de atención al cliente o al ciudadano.
Estamos ante
un enorme peligro. Con ingentes cantidades de dinero público la digitalización va
a incrementarse exponencialmente, como se atisbaba con el crecimiento económico
hace cincuenta años, que tendía al infinito. Necesitamos medidas claras. Por
ejemplo, que en cualquier negocio, servicio o actividad (comenzando por la
propia Administración) la atención prioritaria sea presencial, en horario
amplio y con personas amables; la excusa de la pandemia ya no sirve. Otra, que
no vaya un euro de los fondos europeos para nadie (es fácil de comprobar) que
funcione con contestador automático en horarios de oficina. Digitalización con
humanización. Robots sí, humanos mejor. Es necesario, por tanto, que la
digitalización tenga límites.
Mikel Etxebarria Dobaran
Artículo publicado el 20 de febrero de 2022 en El Correo y diarios del Grupo Vocento
https://www.elcorreo.com/opinion/tribunas/nueva-cohesion-europea-20220220192733-nt.html
Javier Elzo ( escritor, sociologo, columnista habitual y buen amigo) comenta sobre el artículo, esto en El Correo: A mil por cien de acuerdo. Mikel Etxebarria apunta a un problema de gravedad inusitada. Estamos deshumanizado la vida. La Administración es ya imperial. Los ciudadanos somos sus súbditos. Solo nos queda el recurso del voto. Pero las empresas grandes actúan de la misma manera. Qué puede un ciudadano ante un Banco, cualquier telefónica, empresa de energía, medio de transporte, etc., etc!. Un ejemplo. Hace dos días pedí una modificación en un billete de avión. Opté por llamar por teléfono. Tras 20 minutos de cinta al fin lo consigo. Pero tenía que pagar un suplemento de 2 €. Si, dos euros. Para ello tienen que pedir autorización a mi banco que me manda una clave autorizando la transferencia. Y así cada día en más. La excusa es la sacrosanta SEGURIDAD.
Como referencia en una Carta al Director sobre Andra-Mari (Getxo):
La digitalización sin límites o sin una orientación que beneficie a la humanidad, no tiene sentido. Fantástico artículo Mikel.
ResponderEliminarMuchas gracias, Mónica. A cualquier decisión le tenemos que poner el enfoque de las personas.
ResponderEliminarLa digitalización entendida como pérdida del trato humano,como comentas de manera elocuente,nos lleva a situaciones de protestas actuales ante las bancos, un abrazo y gracias Mikel.
ResponderEliminarAsí es, lo que ocurre es que el asunto es más complejo que la atención bancaria, afecta a todos los sectores y a todos los seres humanos. Muchas gracias por los comentarios, Gonzalo.
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