He estado
unos días visitando a mis nietos. Viven a 600 kilómetros de distancia. A la vez
he estado atento – es el tema del momento – a la pesadilla que acontece a no
mucho más allá de 2.000 kilómetros, en la otra parte de Europa. Y sin querer
abordar cuestiones de geopolítica me he preguntado si los que deciden invadir
países democráticos, destruir propiedades y haciendas, bombardear escuelas y hospitales,
masacrar a civiles, disparar en corredores humanitarios, amenazar con la guerra
nuclear,… y todo ello saltándose a la torera acuerdos existentes, pisoteando el
derecho internacional; si los responsables de todo esto, decía, no tienen familia,
no tienen hijos, no tienen nietos, no les importan los demás, no son humanos,
no tienen alma. Al parecer, solo les importa el negocio, el dinero, el poder,
el hacer grande su patria (?), el pasar a la historia (¿como Hitler? ¿como
Stalin?), …
Se inventan
una gran falsedad para poder negar la naturaleza humana al diferente y así
poder aplastarlo, aunque sean primos-hermanos. Les tratan de nazis y
drogadictos, no sólo a los dirigentes sino a todos, incluyendo a niños y
ancianos. Y que, por su bien, hay que liberarlos de yugos fantasmales con lo
cual se sentirán eternamente agradecidos. ¿Realmente son tan estúpidos como
para creerse semejante patraña? ¿Son capaces de dar crédito a sus propias mentiras?
Ya sabemos que hay otros conflictos en el mundo (Afganistán, por ejemplo, se
nos ha olvidado, pero sigue existiendo) pero esta es una invasión que la
estamos viviendo en ¨prime time¨, en directo y que, por cercanía y por su
crudeza nos conmueve el alma.
El siglo
pasado aviadores nazis, ayudando a militares golpistas, bombardearon pueblos y
ciudades (Gernika, Durango, Bilbao y muchas otras) masacrando a la población
civil, como ensayo para su posterior ofensiva mundial. El pueblo vasco, como la
España republicana, pidió ayuda a la Europa y América bienintencionadas y
democráticas, pero intereses geopolíticos de mayor alcance la limitaron a lo
que los particulares, valientes y aventureros pudieran heroicamente ofrecer. La
inacción contribuyó, primero a que aquí la cruenta guerra incivil - como decía
Unamuno- durase tres años y la dictadura fascista casi cuarenta y segundo, a
que algunos se envalentonaran propiciando la II Guerra Mundial.
Actualmente,
en la Comisión de Seguridad de la ONU a los invasores se les respeta el derecho
de veto, la UE impone sanciones que seguramente no afectaran demasiado a los directos
responsables mientras nos pide que no usemos mucho la calefacción y la OTAN por
prudencia no quiere intervenir. Mientras tanto, millones de personas tienen que
abandonar precipitadamente sus hogares, sus trabajos, sus vidas, separarse de
sus seres queridos, y otros, resistir heroicamente y como puedan la invasión, el
hambre, el frio, y también el abandono, el posible olvido y la incomprensión.
Seguramente los
monstruos no surgen por generación espontánea. Los creamos y los criamos. Cuando
consideramos un valor la competitividad exacerbada, el éxito a cualquier
precio, la victoria sin dejar prisioneros. Cuando educamos en las escuelas de
negocios, en las universidades, en la milicia, en el deporte, en los institutos
y hasta en las guarderías a que lo importante es ganar, que no importan los
medios si el fin se consigue. Cuando dejamos que las diferencias salariales y
patrimoniales tiendan al infinito. Cuando permitimos que se atornillen
indefinidamente en el poder. Cuando les dejamos funcionar con mentiras. Cuando
no les decimos que están desnudos. Cuando preferimos ser palmeros y pelotas que
críticos. Cuando les reímos las gracias, aunque no tengan ninguna. Cuando les
dejamos robar a mansalva. Cuando nos dejamos paralizar por el miedo.
Cría cuervos y te sacaran los ojos. No son bichos tan raros, hay muchos por el
mundo. También anidan cerca. Afortunadamente no todos tienen la oportunidad de
llegar a ser genocidas. Pero eso sí, son muy hábiles, pueden camelar a las
masas (más difícil a los individuos). Algunos han encontrado el caldo de
cultivo perfecto allí donde la democracia y los derechos humanos han brillado
por su ausencia con un sistema que visto con perspectiva histórica es una
dictadura continúa y perpetua: el zarismo, el comunismo, el populismo. Cara al
futuro, no criemos más monstruos. Ahora, habrá que parar los pies a los
actuales antes de que crezcan más. El humanitarismo, el socorrer al desvalido,
hay que seguir haciéndolo, pero, además salvemos al género humano, al agredido
y a nosotros mismos. No ignoremos como nos ignoraron.
Que los enamorados
de la muerte ajena se vean frenados a tiempo, tengan en la tierra su Núremberg,
en la historia el desprecio y en el infierno el sufrimiento eterno. Con todo
nuestro cariño.
Mikel
Etxebarria Dobaran
Publicado en El Correo y diarios del Grupo Vocento el 17 de marzo de 2022
https://www.elcorreo.com/opinion/tribunas/criando-monstruos-20220317232006-nt.html
https://www.youtube.com/watch?v=yzNxLzFfR5w
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