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Thoreau y Whitman en "el club de los poetas vivos"




 Aparte de escapadas playeras y disfrutar con la familia, creo que también el verano es buen momento para ponerse al día de lecturas pendientes. Por mi parte, he aprovechado a leer “Walden, la vida en los bosques ” de Henry David Thoreau (1817-62) y “Hojas de hierba” de Walt Whitman (1819-92). No son lecturas casuales. Vivimos en un mundo y en una época, sin mucha pausa ni reflexión, donde todo tiene que ser rápido y, a poder ser, lucrativo. He visionado a la vez, en una cadena de suscripción, un documental sobre una estrella futbolística que se cambió de equipo; reconozco que el reportaje está muy bien realizado pero el mensaje de fondo que se expone (eso sí, sin defenderlo ni censurarlo) es que la pasta - el vil metal - es lo único que importa. Por eso, lecturas refrescantes, que te llenen el espíritu y que te hablen de naturaleza, de vida, de alma, de anhelos, de deseos, de libertad, eso sí que no tiene precio y en cambio tiene mucho valor.

Curiosamente, Thoreau y Whitman coincidieron en muchas cosas. Fueron contemporáneos, compatriotas, bardos, naturalistas, rebeldes y fundadores de la literatura norteamericana. Tuvieron infinidad de ocupaciones y empleos, con escasas ventas iniciales de sus libros, quizás por resultar avanzados para su tiempo. Por otra parte, parece que comenzaron su mutua relación con alguna discrepancia que se fue atemperando con el paso del tiempo.

Destaco de Thoreau - que falleció joven, a causa de la tuberculosis y treinta años antes que su colega- lo que dice sobre libros y autores: “ Los libros son la riqueza atesorada del mundo y la adecuada herencia de generaciones y naciones. Sus autores son la aristocracia de cualquier sociedad y ejercen en la humanidad una influencia mayor que la de reyes o emperadores”.  Sería, por una parte, un pionero del ecologismo - se fue a vivir dos años a los bosques adyacentes a la laguna de Walden- y fue precursor del “pensamiento salvaje”. Por otra parte, sería un concienciado activista siendo encarcelado por negarse a pagar impuestos por su oposición a la esclavitud y a la invasión a México; y en referencia a ello publicó un ensayo: “La desobediencia civil”, paradigma de la no violencia y de la insurrección frente al Estado. Su mentor y luego seguidor, sería el líder del trascendentalismo, Emerson;  que incluso era el propietario de las tierras donde construyó la cabaña .Thoreau se convertiría además en un referente , entre otros , para Mahatma Gandhi, Lev Tolstoi y Martin Luther King . Influiría también en Ramiro Pinilla , que incluso a su casa de Getxo denominó Walden.

Destaco de Whitman lo que nos dice sobre el alma: “ No compondré ni un poema , o la parte más insignificante de un poema, que no se refiera al alma” y lo que nos dice sobre el triunfo y la derrota: “¿Te han dicho que triunfar era bueno? Pues yo te digo que también es bueno caer: las batallas se pierden con el mismo espíritu con el que se ganan”. Fue autodidacta. Como recadista de un bufete de abogados, donde le suscribieron a una biblioteca ambulante, descubrió la literatura. Se empleó en imprentas y trabajó como periodista. Se autoeditó la primera -y breve- edición de “Hojas de hierba”, sin poner su nombre junto al título sino escondido en la página de créditos y cosechando críticas feroces. En sucesivas ediciones -realizó hasta nueve- sólo paralizadas por su muerte, iría aumentando el tamaño y contenido del libro. Entre los escritores que se han visto influenciados por su obra figuran Rubén Darío, León Felipe, D.H. Lawrence, T.S. Eliot, Fernando Pessoa, Federico García Lorca, Jorge Luis Borges, Pablo Neruda, Ernesto Cardenal, Henry Miller, José Ramón Jiménez y Miguel de Unamuno, entre otros.

Para que no sean todas alabanzas y por poner un pequeño contrapunto, un comentario sobre ambos. Thoreau , que huye del mundanal ruido al bosque perdido, tiene la ventaja que se puede ir cuando quiera. Whitman, para uno al que no le pone mucho la música cuartelera, resulta demasiado militarista y patriotero, si bien entiendo que vivió los albores del accidentado nacimiento de una nación.

A ambos autores se les cita en la famosa película, inspiradora en cuanto a enfoque para dar sentido a la existencia, “El club de los poetas muertos”. A Thoreau con un poema alusivo a las razones de su huida a la naturaleza y a Whitman con su poema “Oh, Capitán, mi Capitán”, que el autor dedicó al asesinado presidente Lincoln. Aunque ambos autores - junto a otros muchos citados en la película - pertenezcan al “club de los poetas muertos”, ante la realidad de hoy - muy a menudo, egoísta, egocéntrica e insolidaria - se encuentran más vivos que nunca. La poesía sigue siendo, recordando a Gabriel Celaya y más aún en tiempos bélicos, un arma cargada de futuro.

Mikel Etxebarria Dobaran

Publicado en El Correo el 10 de septiembre de 2022





Réplica de la cabaña de Thoreau junto al lago Walden

Walden de Ramiro Pinilla

Enlace a una visita al lago Walden y a la réplica de la cabaña de Thoreau

Enlace a la narración del poema "No te detengas" atribuido a Whitman y que es una  invitación al "carpe diem"

Enlace a un poema de Whitman recitado por Joan Manuel Serrat

Enlace a la interpretación de Paco Ibáñez de "la poesía es un arma cargada de futuro" de Gabriel Celaya,




Comentarios

  1. Tus publicaciones son un regalo para el espíritu. Enhorabuena Mikel.

    Mónica

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    Respuestas
    1. Muchas gracias, Mónica. Intento compartir lo que siento y me alegra que les aporte a otras personas . Un abrazo fuerte.

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  2. Hasta ahora solo había leído tus interesantes publicaciones en papel , pero la verdad que los link del blog me han encantado y añade un plus a la publicación. Enhorabuena!!

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  3. Muchas gracias, Isabel. Encantado que te guste. Un abrazo.

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