Un 10 de enero, corría el año 1928, nació en Málaga el
que sería insigne maestro Manuel Alcántara. Por tanto, ahora cumpliría 95 años.
Durante varias décadas, el que suscribe y me consta no ser en esto único,
comenzaba a leer, a primera hora de la mañana y en papel EL CORREO, por la
última página, por la columna de un cantor de lo cotidiano y salvador de
instantes- como emulando a Gerardo Diego le gustaba definir al
periodista-, y así poder afrontar un nuevo día con el alma recargada y el
espíritu enaltecido.
Manuel fue poeta, escritor y humanista, inventor del
teletrabajo soñado, sin jefes, desde casa, mirando al mar, con su propio
horario y haciendo lo que le gustaba, junto a una Olivetti y un fax, escribiría
una columna diaria durante más de sesenta años seguidos hasta su fallecimiento
el 17 de abril de 2019. Más que la propiedad de la verdad le interesaba,
como Juan Manuel De Prada señaló, el usufructo de la duda. Además, llevaba tinta en las venas y la pasión de escribir grabada a fuego en el
alma, indicaba Ignacio Camacho.
La verdad es que no me gusta ni seguir a nadie ni que
nadie me siga; en las pocas redes sociales que me relaciono prefiero tener
contactos a seguidores. No obstante, en esto de escribir, de intentar reflejar
inquietudes y pensamientos, de pretender plasmar vivencias, tengo que reconocer
que un enorme referente – y por tanto, me confieso su seguidor- ha sido Manuel
Alcántara, un auténtico paisano, ya que el mismo decía que en Bilbao pensaban
que era bilbaino.
Para rendirle tributo, seguidamente selecciono unos
versos suyos.
A la sombra de una barca me quiero tumbar un día
Y echarme todo a la espalda y soñar con la alegría.
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No pensar nunca en la muerte
Y dejar irse a las tardes
mirando como atardece.
Ver la mar enfrente
Y no estar triste por nada
mientras el sol se arrepiente.
Y morirme de repente
el día menos pensado.
Ese en el que pienso siempre.
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No digo que sí o que no.
Digo que si Dios existe
No tiene perdón de Dios.
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Cuando termine la muerte,
si dicen a levantarse,
a mí que no me despierten.
Tras el tiempo muerto del combate, solicitado por el
considerado también como cantor del ring, estamos seguros, que allá en lo alto,
sigue el maestro, acompañando su rito del largo sorbo al dry-martini como
aperitivo, tecleando a su Olivetti.
Mikel Etxebarria Dobaran
Economista, escritor y humanista
Publicado en El Correo el 9 de enero de 2023
https://www.elcorreo.com/culturas/manuel-alcantara-memoriam-20230109160906-nt.html
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