
Con Eva Ferreira, exrectora de la UPV/EHU, Silvia Zimmermann, copresidenta de el Club de Roma internacional y Ane Agirre, empresaria. |
Como aquel inglés
de la canción que vino a Bilbao a ver la ría y el mar, hace poco tuvimos el
privilegio de tener con nosotros a una intelectual
argentina que vino a protagonizar la sesión magistral de apertura al Seminario
Internacional de Metrópolis, organizado por Bilbao Metrópoli 30 y a dar una
conferencia ante el Grupo Vasco del Club de Roma, y aunque volvió a Buenos
Aires, quedó prendada de nuestra ciudad y de nuestra gente, convirtiéndose –
los de Bilbao nacen donde quieren- en una bilbaína más.
Hablamos de
Silvia Zimmermann del Castillo, copresidenta del Club de Roma internacional,
escritora, columnista del diario “La Nación”, música y filósofa. Fundó en 2006
el capítulo argentino del Club de Roma, que preside y dirigió en 2017 el Encuentro
Internacional del Agua celebrado en el Vaticano e inaugurado por su amigo y
colega como profesor de Literatura, el fallecido Papa Francisco.
De su
intervención en el Seminario de BM30, destacaría que fue una sorprendente aportación
poética al análisis de las ciudades. Se refirió a la arquitectura como música
congelada, donde la contemplación simultanea lleva al silencio compartido. Nos
dijo que necesitamos en las ciudades a nuevas personas, pero que para integrarse
no basta con habitar el espacio, sino que hay que empaparse de la memoria. Que cada ciudad, y la nuestra es un ejemplo,
tiene su personalidad, su esencia. Que fueron las ciudades, varios siglos antes
de Cristo, las que propiciaron la enseñanza pública, gratuita y obligatoria.
Que debemos cuidar el ser del ser humano, ya que somos animales simbólicos y
poéticos. Que las ciudades a escala humana son las que cubren la necesidad del
encuentro. Estos mensajes calarían en todas las intervenciones posteriores del
Seminario.
De su conferencia-coloquio ante el Grupo Vasco del Club de Roma titulada “El desafío de la humanidad atrapada entre dos eras” podríamos destacar su elevado perfil filosófico. Nos recuerda que el mal tiene una capacidad asociativa admirable y que el bien lo conforman los valores que se quieren destruir. Que tras distintas revoluciones (renacimiento, industrial, tecnológica) requerimos una revolución humanística que nos lleve a un Nuevo Humanismo, como defendía Aurelio Peccei, fundador del Club de Roma.
Que el volverse humano no es sencillo ya que requiere esfuerzo, construcción,
educación, intercambio y cultura, y que la contrapartida es la esencia animal,
la bestialización, que se logra dejándose llevar. Que estamos atrapados entre
dos eras, una que se desvanece y otra que nace y no sabemos cómo va a ser. Que puede
que estemos cerca de la singularidad. Que si perdemos el lenguaje, que es la
casa del ser, nos esclavizamos. Que debiendo replantearnos la dimensión humana urge
una nueva ontología (siguiendo a Markus Gabriel). Que no hay cura para
el progreso, pero debemos encontrar un antídoto contra el exceso de
racionalidad. Que no nos olvidemos de las emociones, porque es una forma de
conocimiento que aún no dominan las máquinas. Que humanizarnos es descentrarnos
de nosotros mismos y que nos tenemos que abrir a los infinitos para salvar el
mundo.
Silvia
Zimmerman en su estancia con nosotros, con BM30 y con el Grupo Vasco del Club
de Roma, tuvo especial interés en conocer Gernika, su casa de Juntas, el árbol sagrado
y su Museo de La Paz, lo cual le causó una gran impresión como recuerdo al
espantoso horror del dolor de los civiles en los conflictos bélicos de ayer y
de hoy. También visitó el Guggenheim, el museo de Bellas Artes, la Universidad
de Deusto, conoció el Hotel Carlton y su historia, la Sociedad Bilbaína y el
Euskalduna Jauregia. Reunida con los responsables de los museos citados les
realizó propuestas de colaboración. Y no se fue sin realizar la ruta unamuniana
por el Casco Viejo, visitando además la biblioteca de Bidebarrieta y degustando
unos pintxos con txakoli.
Sus educadas
y reflexivas aportaciones han dejado un gran poso entre nosotros. Nos propone
trabajar en red dentro del Club de Roma entre capítulos y grupos y aboga por
seguir con la preocupación climática, con la esencia ecologista, auténtica seña
de identidad del laboratorio de pensamiento, pero, sobre todo, en este
complicado contexto geopolítico, defender, con esperanza, el Humanismo.
Nos
quedamos, sobre todo, con dos mensajes. El primero, que para integrarse en
cualquier colectividad hay que asumir su memoria, no basta con ocupar el
espacio, sino que hay que impregnarse del alma del lugar y de sus gentes. Y el
segundo, que ser un ser humano requiere trabajo, compromiso y propósito; lo fácil
es ser un monstruo, por eso abundan tantos a lo largo de la historia y en el
presente.
Como a
Silvia se le quedó grabada nuestra despedida-saludo, le decimos, “Agur Silvia”.
Laster arte. Hasta pronto.
Mikel
Etxebarria Dobaran
Coordinador
del Grupo Vasco del Club de Roma
Con Silvia y Olga Villa en la Universidad de Deusto |
Con Silvia y tres Cristinas M: Mendia, Maruri y Mujika |
Sílvia e Idoia Postigo, en el Seminario de BM30 |
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La llama argentina (regalo de Sílvia) custodia los Informes al Club de Roma |
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Silvia con Unamuno en Bidebarrieta |
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Ante el árbol de Gernika |
Con parte de la Junta Directiva del Grupo Vasco del Club de Roma |
En Seminario Internacional en el Palacio Euskalduna |
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